lunes, 9 de julio de 2012

APUNTES DE LA HISTORIA QUE NO SE ESCRIBE SOLA.

Dijo ella:

       - Mantenerme esa mirada mas allá de los siete segundos que duró, es una infamia, que merece saltar los muebles que te defienden, para sentarme a horcajadas en tus piernas, y que mis labios le pidan explicaciones a tus ojos.

Dijo él:
-

Dijo ella:

      - Sigues sabiendo donde estoy. Si vas a mirarme así, deberías ser consecuente. El tiempo pasa, y haces que se nos escapen tantos besos....

        Ella cuelga el auricular (la historia es de hace años, cuando los teléfonos tenían auricular, no veías la cara del interlocutor, y tu imaginación lo colocaba en el sitio, y compañía que te hiciera más interesante la conversación), con la misma sensación de siempre, de reclamar calor a una pared. No se entera de que las paredes no dan más que sombras.

           Pero esta pared, la tenía embrujada, porque prometía eternidades con los ojos. A ella le gustaban las eternidades, pero le fastidiaba no disfrutarlas.


           Suena el teléfono.

Dice ella:
      - ¿Si?, ¿quién es?...(los teléfonos de antes te daban la sorpresa al contestar).

Dijo él:

     - Mañana te diré a besos lo que te he dicho con la mirada de siete segundos. Te echo de menos.

          Colgó. Y la noche iba a ser eterna, esperando hasta mañana. Igual hasta llovía. Puestos a creer improbables....

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