martes, 2 de abril de 2013

VOYEUR

         Nunca me había gustado mirar. De hecho, nunca había mirado...

         Es algo muy femenino eso, secuela del machismo imperante durante milenios, supongo...porque los ojos los tenemos en el mismo sitio que vosotros. Pero deben estar conectados de diferente forma a nuestros genitales.

         Lo más que recuerdo, de esto de mirar, es haber intentado alguna película contigo, por encontrarle el morbo. Pero culpo a tu fiebre contagiosa el aumento de temperatura, más que a la maraña de sexos depilados, lubricados y sobados...Y alguna vez, lo reconozco, busqué nuestro reflejo en la ventana. Pero un absurdo pudor me cerraba los párpados.

         Ayer cambié de opinión. Ayer me gustó verte hacerle el amor a esa chica. Pienso que la diferencia está en que fueras tú el protagonista, y no un desconocido aceitoso.

         Tu cuerpo, ese que tantas veces he tenido encima, y debajo, y en cada coordenada de mis carnes, resulta casi más bello con cierta distancia. Justo la que separa nuestra cama de la pared desde la que os espío. Cuando estoy entre tus brazos,  la cercanía de nuestras bocas acota mi perspectiva, y no puedo apreciar la sensualidad de tus nalgas y tus piernas, los ángulos cómodos y los extremos con que te doblas para penetrarme.  Si estás a mi espalda, la ausencia de ojos en mi nuca me priva de disfrutar tu mirada, tus labios medio abiertos, cuando frenas tus ganas de explotar. Tus brazos insinúan su fuerza cuando me sujetas en cada envite, dibujando en ellos, y en tu espalda, un boceto de anatomía.

        Ayer, descubrí todo eso. Ayer gocé el placer de los ojos. Contemplé tu cuerpo desde fuera, cada gesto y cada movimiento, que me son velados a la vista cuando me amas a mí. Disfruté tu excitación desde todos los ángulos, sin tener que dejar de ver tus piernas, duras como columnas, al cabalgarla; pude ver la marca que dejaban sus uñas en tu espalda, y  tu cara cuando los labios de ella acariciaban tu sexo, en un inútil afán de abarcarlo. Descubrí tu cara cuando la deslizabas por sus nalgas, arañándolas en rojo con tu barba de dos días. Y te aseguro que le encantaba. 

        Porque también me gustó verla.

        Resulta hipnotizante verte con una mujer en la cama, abriendo brazos, piernas y entrañas, a medida que tus dedos la excitan. Ver como se retuerce de placer, sus pechos endurecidos, clamando que los muerdas, y tus manos como zarpas atenazando sus nalgas. Resulta endiabladamente excitante el rictus de placer de su cara, sus jadeos acompasando sus orgasmos, la silueta de tu lengua en sus mejillas, cuando pareces querer alcanzar su alma con ella. Descubrir como se derrama una mujer cuando moja las sábanas contigo...

        Solo quería que supieras que me gustó. Y darte las gracias por colocar los espejos en nuestro cuarto.

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