Curioso el cerebro...
Estoy convencida de que tiene una especie de desacelerador de emociones, algo que frena el tránsito de unas a otras, para no darnos de bruces en la montaña rusa de acontecimientos en que nos movemos, protegiéndonos de la locura, y de las fracturas cardiacas.
Las personas que carecen de ese freno, pasan de la euforia a la pena en cerocomadós (medida de tiempo vigente de Despeñaperros para abajo),y son confundidas con enfermos. Les llaman manicaco-depresivos, y dicen los que saben, que tienen alteradas algunas sustancias con las que funciona el coco. Pero yo pienso que sólo les falla el freno.
Ese catalizador emocional es básico para la felicidad, para el equilibrio mental, y conducirnos por la vida.
Es lo único que explica que podamos superar el duelo por la muerte de un ser querido(el tiempo no cura, el tiempo sólo pasa...), concentrarnos en el trabajo cuando nos enamoramos, y lamernos en silencio las heridas, cuando nos abandonan. Y cantar por la calle cuando te devuelven la vista.
Yo me voy a revisar las pastillas de freno, porque la primavera, la cuarentena, y tus quereres, me las tienen castigadas...
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