El otoño asoma de nuevo. De nuevo, no, de otra vez... que las cuatro estaciones se repiten con la misma cadencia, pero el otoño parece la más rutinaria.
Y no es una estación, sino un estado. Un letargo. Un bajón.
La Primavera es tiempo de cambio, de transición a lo bueno, de encalar, de prepararse, de enseñar los colores...y a la gente le provoca astenia. Sin embargo el Otoño, que es tiempo de cerrar, de guardar, de recoger y de sacar los marrones y los grises, ¿no provoca astenia otoñal? A mí sí.
Nos vestimos de otoño por fuera y por dentro, para dejar atrás los días largos, las risas de playa y de parque, el sol. Meternos sin ganas en la rutina, en las tardes que duran apenas el final de la mañana. El frío al salir de la ducha y los arboles haciendo streptease. La ropa que tarda en secarse, las mangas largas.
Lo único bueno del otoño son las mandarinas y la luz cobriza de los atardeceres.
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