jueves, 21 de noviembre de 2013

ATOS

                 Nunca he sabido lo que es realmente querer a un animal. Salvo algún  amigo  brutote... Calculo que mi vena pasional propiciaría que me entusiasmase en demasía, y quizás de viejita, me encariñe con un gato, al que deje toda mi pensión...¿quien sabe?.

                 En casa de mis padres, gente de campo, se respeta a los animales desde el punto de vista  del que gusta de comerlos, y disfruta de la caza. Por allí pasaron, durante mi infancia,  conejos, ratones, camaleones,  gusanos de seda, canarios,  decenas de gorriones caídos de sus nidos, que mi madre  criaba  hasta volar, y Caty, una gata callejera de rayas color miel, que fue nuestra única mascota  seria. La única a la que  eché de menos, la verdad.

                 Pero que yo no considere a los animales como uno más de la familia, ni haya sentido esa interacción con ninguno de ellos, no significa que no entienda que otros la sientan.

                 Pienso que ningún animal puede, ni debe, ocupar el sitio físico, ni afectivo de una persona, ni deben anteponerse a ellas, pero reconozco que merecen cariño,  respeto, y cuidado responsable, y que se les puede llegar a querer mucho, particularmente a los perros, que parecen dotados de un sentido especial. Por eso no tengo mascota, porque precisan una dedicación que soy demasiado egoísta para darles. Y porque se les pierde pronto, y duele.

                 Digo todo esto porque tengo unos amigos que han perdido a su perro, Atos, un animal bello y noble, que les acompañó 14 años, formando parte de su familia. Adorable, como ellos. Estaba muy enfermo y lo han pasado muy mal desde hace meses. Mi abrazo y mi pésame son sinceros, pese a mi opinión sobre las mascotas. Seguro que pronto  se dan cuenta de que  este mal momento  ha merecido la pena, a cambio de todo lo bueno que vivieron con él.

                 Un abrazo grande a los tres, en particular a la  chiquitina, que no conoce su casa sin  Atos.

1 comentario:

Ignacio. dijo...

Gracias por tus palabras, sin dudas llenas cariño y sinceridad.
Por supuesto, respeto todas las formas de relación entre personas y mascotas, siempre que éstas se basen en el respeto y en los principios de convivencia hacia las demás personas que te rodean y, por supuesto, hacia esos animales que hacemos parte de nuestra vida.
Un beso muy grande de la familia de Atos.

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