sábado, 23 de noviembre de 2013

AÑOS DE DOS CIFRAS


                Hace diez años que la vida me dio el mayor regalo  imaginable: mi hija. Recuerdo como si fuera ayer la sensación indescriptible del paso  de su cuerpecito  saliendo del mío. Apenas unos segundos fascinantes, y de repente, la criatura que sentía dentro, que mimé durante meses en mi vientre, abría los ojos sobre mi pecho. Podía olerla, tocarla, oírla...pero apenas la veía, porque  las lágrimas  más emotivas que lloré jamás, me la empañaban.

                Hasta ese momento, era una mujer de 32 años, que disfrutaba de  salud, familia y amigos, con el amor de mi vida al lado. Pero ella, mi niña, lo cambió todo. 

               Nunca más fuimos dos. Ahora eramos, además, sus padres. Y nos hicimos  inmensamente fuertes y grandes, para protegerla. Nos crecieron alas para darle sueños, ojos en el corazón, para verla por dentro, y oídos en el alma, para sus susurros, sus risas y sus llantos. Nuestros labios conocieron los besos  más dulces, y su olor  se convirtió en el perfume de nuestro hogar, que está donde estén ella y su hermano.
   
               Nuestro piso se llenó de peluches, biberones, abuelos y titos. Contábamos los días  por  sus gestos, pasitos, muecas, balbuceos, dientes de leche... Las pelusas de su cabeza  se convirtieron en tirabuzones, sus ojitos en soles, y sus caprichos dirigían nuestros horarios. En lugar de música, la escuchábamos a ella, y preferíamos el espectáculo de mirarla a cualquier otro. La criatura más bella del mundo.

               Resulta difícil  criar a un hijo, a pesar de  lo fácil que nos lo ha puesto ella, pero su sonrisa y sus abrazos son la medicina para todos los males y la buena noticia diaria. Tenemos, como cada padre, la mejor hija del mundo.  Pero es que en nuestro caso es verdad....Hasta sus  errores son perfectos.

              Ahora que cumple años de dos cifras, que dejó de ser nuestro bebé, y se va haciendo persona frente a una realidad tan difícil, mi esperanza es que sepamos  conducirla sin manipularla,  apoyándola sin  secuestrar su interior, de manera que consiga ser feliz y  buena persona. Que confíe en nosotros y en  nuestro amor incondicional, que no nos odie mucho en su adolescencia, y que le apetezca tenernos cerca cuando sea mayor.  Que encuentre su sitio en el mundo sin pisar a nadie, que pueda mirar de frente a todos, y que su sonrisa aguante los envites del devenir.

            Ahora que cumple años de dos cifras y la vida se le complica, que sienta nuestro abrigo, que comprenda que con ella,  se nos complica a los cuatro, y que estamos juntos en esto de conseguir sueños.

           Ahora, que cumple años de dos cifras, siento el vértigo de ser mamá. Y me encanta esta montaña rusa.

          Feliz cumpleaños, cariño. 

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