domingo, 19 de febrero de 2012

CARTAS DE ÍDA SIN VUELTA.

                                                                                                                        Playa, febrero de 2012.


            Querido Tú:

           Hoy he pasado la mañana en la playa. Mi nariz quemada da fe. La arena, helada por febrero, aparecía rascando apenas las primeras capas, caldeadas por el sol de estos lares.

          Me senté al abrigo de una pequeña duna, huyendo de la brisa (sabes que odio el viento), y me dediqué a pensar mirando el mar. A ratos cerraba los ojos para contemplar el rumor del oleaje.

         Te recuerdo. Recuerdo un beso que duró casi una tarde, a base de plazos. Lo empecé yo, como todo lo nuestro y lo prolongamos, mimándolo como a un recién nacido, estrenándolo. Llovía. Hace años que no llueve, no?

         Aquel beso te hizo sonreír un tiempo. Después vino la piel. Podría dibujarte, si supiera, desnudo sobre mí. Has llegado a ser mío un solo momento? Pienso que el te quiero  que no te atrevías a pronunciar tras amarme, sigue ahí, aunque no lo oiga más. Que trasciende, que se prolonga en el tiempo sin manifestarse, que encontrará su momento. Aunque  tal vez solo viva en mi necesidad de ti. Quien sabe.  

         Recuerdo también la ternura con que me tapaste la primera noche. Y un beso bajo la luna. Y una mano caminando. Y otro beso entre escaparates. Y la caricia en un taxi. Arañazos en tu espalda, por culpa de tus aciertos. Sábanas húmedas. Calor de sauna. Ropa interior absurda. Besos, labios. Más. Tu sudor lustrando mis muslos, incapaces de permanecer cerrados, por culpa de tus aciertos. Risas, descubrimientos. Decepciones...?Supongo que alguna. Jadeos y gemidos, también por tus aciertos. Tus ojos cerrados, un final ahogado en tu garganta, por algún acierto mio.  Y hablarnos de cerca, mezclando palabras con ósculoterapia...Horas mínimas, cortas, de miniminutos.

         La misma melancolía que me hace escribirte ésta, me recuerda las cartas que antaño te dediqué, siempre sin respuesta. No se si las conservas. Yo echo de menos releerlas. Estoy decidiendo si volver a escribir. Te. Pero no merecerá la pena si no sirven para regalarte mimos.

        Me resulta más fácil decidir en la playa. Y el día se presta.

        Todavía no sé cuando te fuiste. Ni adivino si volverás. Lo juzgo vinculante para seguir. 

        Tengo que dejarlo. La brisa crece y la arena se mezcla con mis letras.


        Mil besos, 

                         YO.

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