domingo, 26 de febrero de 2012

SOLIDEZ DE ARENA

       Me gustan tus manos en mi cintura, porque nunca se quedan ahí. Me gustan tus labios en mi cuello, porque son el principio de mi fin. Me gusta que me acaricies los hombros, porque es donde nace mi perdición.
      En mis noches a solas, te recuerdo, y con frecuencia rememoro tu forma de acercarte a mí. Una mirada que lo dice casi todo, un te echo de menos, y el beso furtivo que nos enciende.
       Fuera ropa, y de repente, tu piel calienta mis senos, devolviéndoles la talla y la vida.
       Las manos buscan tu cuello(las mías) para guiar los labios al mío (los tuyos). Me da la sensación de que olisquear entre mi pelo te excita, y  se hace certeza cuando enfrento mis caderas a las tuyas.
         Me gustan los enredos con tus piernas, sentirlas en la longitud de las mias como antesala de tus nalgas entre mis rodillas, cruzando mis pies en tu espalda.
        Para entonces ya he borrado a besos la fina capa de sudor de tu frente. Te gusta trabajar mi placer, porque dices que es el tuyo. Aunque te lo pongo fácil, la verdad.
       Cómo te echo de menos. No sigas ignorándome, cielo, que mi aparente solidez es de arena.

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