martes, 26 de febrero de 2013

AMIGOS DE ESOS DE SIEMPRE

                 Me encantan las películas de amigos. Me refiero a esas en las que a partir de una inocente reunión de amigos de toda la vida, se entrelazan situaciones más o menos tensas, que se resuelven de forma tragicómica, según el motivo del desencuentro, la espinita clavada, o el tamaño de la puñalada trapera. Lo que es una reunión de amigos de siempre. 

                 Hay muchas, de las más cómicas a las más dramáticas (mi favorita, por ahora, Pequeñas mentiras sin  importancia), y siempre somos capaces de reconocernos en alguno de los personajes. Porque  en la amistad, como en todo, interpretamos roles. Yo siempre soy la buena. Las malas lenguas dicen que no, que soy la mandona que se mosquea cuando las cosas no se hacen  como yo digo,  o sea, bien... Pero eso es por chincharme. Yo soy la buena.


                 Tengo la suerte de tener amigos de esos de siempre. De los que no ves a diario, incluso a veces, dejas de ver  por temporadas, y ni te apetecen. Pero  que están cuando importa. De esos que te pueden decir auténticas burradas, meterse en tu vida, chincharte a propósito y pensar todo lo contrario que tú. De los que se critican por  pares: si te reúnes con una pareja, criticas a la otra, siempre de forma constructiva, y despelleje suave, frívolo. 

                  Pero sin saber por qué, los quieres. Y les aprietas la mano cuando importa. Porque te los da la vida, y se quedan en ella sin más. Quieras o no. Como los angelitos bueno y malo de los dibujos.

                 Cuando llevamos mucho sin vernos, y con excusa generalmente gastrolúdica, nos reunimos, es una bomba de relojería. Lo normal es que no explote, y que disfrutemos del tiempo juntos y nos prometamos no volver a dejar pasar tanto...lo de la exaltación de la amistad. Pero en contadas ocasiones, explotan las bombas, chocan las espadas y sacamos a pasear las hostias sin mano. Como una especie de catarsis grupal, cada diez años, mas o menos....Bueno, pues en la siguiente Feria, nos vemos a las diez en la caseta de siempre para el Alumbrao. La primera de manzanilla.

                 Y en otras ocasiones, cuando uno de esos amigos ha estado metiendo la pata durante un tiempo, cuando viene siendo la mosca en la sopa, cuando ha picoteado la paciencia de los demás, impidiendo,  por su carácter,   el natural disfrute de las reuniones...va y pide disculpas. Y la verdad es que los demás, generalmente, no sabemos por qué se disculpa, ni por qué en ese momento, ni na....Pero las aceptamos, porque, ciertamente, algo pasaba, y celebramos que la oveja gris (mis amigos no son ovejas negras) vuelva al redil, y sobre todo, que haya arreglado SU problema, que ya empezaba a ser nuestro.

                 Pasado mañana, delante de una cazuela de no sé aún qué, vamos a recuperar la costumbre de festejar el Año Nuevo  en el día de Andalucía, y vamos a celebrar que uno de mis amigos está resolviendo sus cosas, porque anoche pidió disculpas. Todavía no sabemos bien por qué, y apenas importa. Importa que él lo resuelva y vuelva a darnos lo de siempre. No es el primero que lo hace, y sospecho que no será el último. Igual lo convertimos en costumbre.

               A lo mejor no estamos todos, a lo mejor nos faltan los maestros...Pero ellos siempre están. Los pondremos a parir, pero con la única intención de sentirlos más cerca. 

               Ya tengo ganas de que llegue el jueves.



              P.D: Yo nunca he tenido que pedir disculpas, porque yo soy la buena...

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