A veces, el frío de ventanas afuera se me mete dentro. Mi ánimo debe ser termosensible, y durante unos meses, depende de generadores de emergencia que, de vez en cuando, tengan a bien ponerme en marcha.
Pero mi mecanismo es muy complejo, y si uno de los motores falla, con este tiempo hostil, le cuesta compensar.
Hoy necesito un chispazo. Desde hace días mi calle parece londinense, y la necesidad de hacer algo útil, horadó un silo inmenso en mis entrañas, que solo se llena con chocolate.
A ver si vuelve el sol...
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