martes, 6 de noviembre de 2012

UN AÑO

               Hoy hace un año que empecé a contar cosas. Y puedo asegurar que ha sido una de las grandes ideas de mi marido. 

               No sólo ha conseguido tenerme enredada  durante ratos suficientes para no embarcarlo en mis líos, sino que me ha permitido reflexionar en voz alta sobre temas que me importan, a veces sólo a mí. 

               Y como lo escrito se queda, y no son palabras que se lleve el viento, me dio  la oportunidad de evaluar, con perspectiva razonable, lo que pensaba o sentía en determinado momento, las cosas que he dicho o pensado de algo,  sin el barniz del acaloramiento, y  darme cuenta de cómo el tiempo matiza los valores. Y los sentimientos...

               Abusando de osadía, también me permití mostrar al ojo ajeno cosas que siempre había escrito, a modo de boceto, que terminaban en la basura o en algún cajón, esperando alguna vez encajar encadenados en algún relato.

            No es, a todas luces, un blog temático, ni de opinión, ni qué sé yo. No logro, ni pretendo encasillarlo. Es, como dice la coletilla de presentación, necesidad de contar, válvula de escape, método de expresión. 

            Es la consecuencia inmediata de que no tengamos tiempo  ni ocasión para charlar en el foro, en la plazuela, en el café. De carecer de momentos para el debate, el intercambio de opiniones, el arte de contar y escuchar.

           Hubo sitio para todo, y aunque ha sido un mal año, con muy malos días, también hubo buenos ratos, momentos para el sarcasmo y personas mías que celebrar. 

           Y, sobre todo, la experiencia de recibir vuestra crítica, buena  y mala. Saber que alguno de vosotros pincha la tecla, sólo porque le interesa ver si he escrito algo. Las palabras amables cuando, al encontrarnos, mencionáis alguna frase que os gustó. Habría naufragado en el narcisismo de no ser por la adorable sinceridad de algunos, que también me canta las cuatro verdades, y me da un bañito de modestia.

           Por todo esto, hoy, el en cumple de mi criatura, os quiero dar las gracias sinceras. Porque sois poquitos, pero de lo bueno. Me habéis ampliado, de forma generosa, una de las  habitaciones de mis adentros, en la que paso buenos ratos, gracias a vos.  Espero seguir amueblándola, y que os resulte acogedora.  Yo cada vez la encuentro mas cómoda, y me encantará recibiros siempre. Ya sea vestida de gala o en camisón.

           Entrad sin llamar.

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