lunes, 19 de noviembre de 2012

¿COMO ESTÁN USTEDEEEEEES....?!

           Casi me enfado con ella cuando, comentando con mi marido, que es de mi quinta, el fallecimiento de Miliki, mi hija, de 9 años menos cuatro días, preguntó de quién hablábamos...Aquello era un sacrilegio. Me dieron ganas de contestar "¿quién es Draculaura?"...Pero es mi niña, y no caben rencores. Las madres lo perdonamos todo.

            No quiero escribir una esquela lacrimógena, que para homenajes están los profesionales de la prensa, pero quería compartir, con los que lo habéis sentido, un recuerdo por el Payaso de la tele.

            Para mí, Emilio Alberto Aragón Bermúdez, sevillano de provincias, dicho sea de paso, porque nació en Carmona, es un personaje entrañable de mi infancia. Y un muñeco que me trajeron los Reyes, con su exagerada nariz porrona, su gorra de paño, zapatones negros y una especie de camiseta larguísima roja, que era su uniforme de hacer reír, y que tocaba los platillos cuando le dabas cuerda.

            Me evoca momentos de tardes de fin de semana, sentada frente al televisor en blanco y negro, merendando  mientras cantábamos las canciones de "Había una vez un circo..."

            Leyendo  los diarios, las crónicas de su muerte relatan un curriculum importante, de canciones, discos, películas y premios. Pero su mayor logro fue, sin duda, hacer sonreír a tantos y tantos niños, de mi generación y posteriores, a base de jugar y cantar, enganchándonos a la música, y a una forma fácil de circo. Y de preguntarnos, como sólo él sabía..."¿Cómo están ustedeeees...?".

            Su pérdida me hace rememorar otro de los pocos recuerdos tristes de mi infancia, la muerte de su hermano Fofó (para acordarse de ésto hay que ser muy mayor...), equiparable, en este país nuestro, a la de Chanquete.

            Todo su trabajo posterior es igualmente meritorio, pero yo me quedo con el Miliki de los 70, el mío, con la Gallina Turuleta, Don Pepito y Don José , la Barba de tres pelos, y el Auto de Papá, que, por cierto, tanto se parecía al nuestro...

           Descansa en paz, Miliki. Las personas que  hacen sonreír, nunca se olvidan. Un abrazo, de una de tus niñas de 40 años.

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