viernes, 28 de diciembre de 2012

LO IMPOSIBLE


           Ayer tocaba cine. Cosas de las vacaciones...

           Mi marido y yo tenemos gustos muy diferentes en casi todo. A él le gusta el deporte y a mí la lectura, a él heavy de verdad, y a mí Bon Jovi, a él el café solo y a mí capuchino, a él las mujeres y a mí los hombres. Afortunadamente.

           Con el cine, no iba a ser menos. No vamos demasiado, aparte de por falta de tiempo, por los desacuerdos. Así que hemos encontrado la fórmula: cuando vamos con los niños, uno se traga la peli infantil (yo las de hadas y princesas y él las de coches y aventuras), y el otro entra a la que le guste. Y todos contentos.

            Hoy le tocaba “El Origen de los Guardianes”, porque la semana que viene, yo disfrutaré “El Secreto de las Hadas”, así que me he metido a ver “Lo Imposible”. He intentado convencerle de verla, por los efectos especiales y por las críticas....pero nones. Lo Imposible es que me acompañe a ninguna que huela a lágrimas o a sufrimiento. Y ésta se lleva la palma.

            Partiendo de la base de que tengo la misma idea de cine que de colombofilia, no osaré hacer comentarios de la película más allá de la opinión puramente personal. Con el séptimo arte me pasa como con el vino. Te puedo decir si me gusta o no, y la impresión que causa a mis sentidos, pero no puedo juzgar su calidad con criterio.

            No sabría decir si la recomiendo. Eso para empezar.

           La historia es buena, porque es real, y narra una de las situaciones más espantosas en las que se puede ver cualquiera. Cualquiera. De hecho, la protagonista es médico, cuarentona, con un marido fantástico y madre de tres niños. Quitando un niño, cambiando las playas de Tailandia por las de Isla Cristina, y salvando las distancias físicas con Naomi Wats... me recuerda a mí. Y eso fue lo primero que me inquietó.

           Los efectos especiales, el maquillaje y todo lo que se hace para que las escenas parezcan reales, son lo suficientemente buenos para convencerme. Me habían hablado de que era una especie de muestrario de casquería. No lo es. Teniendo una vaga idea de lo que semejante despliegue de fuerza natural pudo hacer con miles de insignificantes, frágiles y desprotegidos humanos, el uso de heridas y traumatismos es bastante comedido. Claro que yo soy médico.

          Y puesto que el fin último de cualquier manifestación de arte es despertar emociones u opiniones, es una gran obra. Empecé a llorar de angustia antes del primer cuarto de hora, y no paré en hora y media, con diferentes grados de intensidad y congoja. Cierto es que lloro con facilidad, también de risa, pero esta tarde me he hartado.
Me alegré muchísimo de no haber abusado del maquillaje...

           Es una película de miedo (no de terror, de miedo a la catástrofe), una tragedia que trasciende más allá de la historia de una familia, o de miles. Pero sobre todo, es una historia de angustia, del temor básico y ancestral que tenemos a perder a los nuestros, principalmente los hijos, de forma tan literalmente dolorosa y brutal.

           De hecho, si al salir de la sala llego a tardar cinco minutos más en encontrar a mi familia, habría vuelto a llorar.

           No soy de las que piensan que el cine es solo para pasar buenos ratos. Pienso que debe emocionar para bien y para mal, despertar conciencias y opinión, y por eso he querido verla.
No me arrepiento, pero recomiendo a las almas sensibles a la angustia que se abstengan. Yo todavía la estoy digiriendo.

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