martes, 28 de agosto de 2012

CONVERSACIONES


          ¿A quién no le gustaría estar presente en determinadas conversaciones, visible o no? A mí, en muchas.

          Supongo que es afán de cotillear, que es mala costumbre. Yo prefiero pensar que el cotilleo (cotilleo particular, no de programas basura...) es el hermano chico de la curiosidad, cualidad innata en el hombre, y mejor valorada, porque empuja a la investigación y el aprendizaje. Otra forma de verlo...ja, ja.

         Por orden histórico, la primera que me interesa es la reprimenda de Dios a Adán y Eva. Si da miedo que te riña papá, imagina si tu padre es Dios, y cabreado porque has descubierto el sexo...Que corte, no? Y con tu novio delante...en cueros...Es que no había excusa...

        Los flirteos de César y Cleopatra también me atraen. Chica guapa, de buena familia, descendiente de dioses y dueña de medio mundo, coqueteando con un general romano, dueño del otro medio (conocido). A cual mas fanfarrón, alardeando de oros y de mansiones y de ejércitos...La erótica del poder en sus inicios...

         Porque sin conocerse la realidad terrestre, a saber cómo, consiguió Cristóbal Colón convencer a los Reyes Católicos de gastar un pastón en pagarle un crucero al Caribe a él y sus muchachotes. Sin puntos Iberia ni ná...Mucha parla, debía tener el genovés. Porque a Isabel, si era mono...la convence. ¿Pero qué le ofreció a Fernando? Que en los retratos tiene pinta de siesillo...

         Otra interesante: cuando Boabdil le cuenta a su madre que ha perdido Granada. Si pierdes las llaves de tu casa, y se lía parda, imagina decirle a tu santa madre que has perdido un reino...Que ahora somos muy republicanos, pero entonces, un reino se valoraba mucho. Tener uno, bajaba tu prima de riesgo. Y tus primos tenían la vida resuelta.
Pero por mucho coraje que le diera a la madre, no era para soltarle aquello...“Llora como mujer lo que no has sabido defender como un hombre”. Eso no es una madre. Es una suegra o una arpía...Tampoco para mandarlo al psicólogo, como harían hoy, pero decirle eso al niño, así, a voces...Que se enteró todo el mundo, y todavía se habla del chaval...Igual son exageraciones, pero no hay testigos fiables. Y madres muy malas, desnaturalizadas, que nada más quieren mangonear a sus hijos.

         O la cara que se le quedaría a la familia del Manco de Lepanto cuando llegó de la guerra con una mano menos, y soltó que se iba a dedicar a escribir novelas. Supongo que dirían: “Miguelito, hijo...¿quien te va a leer...¿” Y Cervantes contestando: “Que si, que si, que ésto se vende...fijo. Nos vamos a forrar.”

        También me habría gustado ver la cara del primer amigo al que le contó Einstein lo de la Relatividad. Con los pelos que lucía y contando semejante historia, debió pensar que se drogaba con algo muuuuuy bueno.

        Tampoco me perdería cualquier conversación de Lorca. Cualquiera.

        O poder pinchar el teléfono rojo durante la guerra fría. Eso ya, de friki...

       ¿Y cómo se pondrían de acuerdo los políticos de la época para redactar la Constitución. Con lo mal que se llevan. Igual tanta negociación, fuera un peñazo... pero ¿qué momento, no?

       Tirando a mi terreno, daría muchas cosas por escuchar los argumentos de las discográficas cuando Jon Bon Jovi les mostraba la maqueta de Runaway, y la rechazaban. Sólo por ver hoy sus caras, llenas de cicatrices de sus propias uñas (je, je). Obviamente, sueño con cualquier conversación con Jon, aunque sea sin hablar...

      Ya en lo personal, hay charlas que no tendrían precio. Las que de verdad importan.

      ¿Que se dirían mis padres cuando yo nací? En esa estaba, pero no me acuerdo bien...¿Cómo le contó mi chico a su amigo que yo le gustaba? ¿Que dicen de mí los que me quieren? (Los demás no cuentan) ¿Cómo reaccionará mi hija cuando se le declaren? ¿Y mi hijo cuando le ofrezcan tabaco? ¿Qué hablarán entre ellos cuando su padre y yo chocheemos?

     Pero la que no quiero perderme, por nada del mundo, es esa en la que me dices cuánto y por qué me quieres...Así que cuando quieras, hablamos.

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