sábado, 25 de agosto de 2012

LAS MASCOTAS

     Educar hijos consiste, entre otras cosas, en superar etapas y conflictos. Uno de ellos, creo que ineludible, es tomar la decisión cuando te piden una mascota.

      En casa las habíamos descartado. Ni a mi marido ni a mí nos apetece la responsabilidad, y, literalmente,  pasamos de tener en cuenta las necesidades de un animal a la hora de hacer planes. Bastante tenemos con cuadrar las nuestras y las de los niños...

       Hasta ahora lo teníamos resuelto: el compromiso era que al cumplir los 13, negociaríamos lo de la mascota, según fueran de responsables. Todos de acuerdo. Me dió qué pensar que mi hijo de 4 años me preguntara si a los 41 le compraría una mascota...no por la pregunta en sí, sino porque pretenda vivir en casa hasta los 41...

        No me interpreten mal. Me gustan los animales. Mis padres son más de campo que un olivo, y desde pequeños nos educaron en el amor a la naturaleza. En nuestro pisito, no nos podíamos permitir mascotas, pero llegamos a tener varios pececitos naranjas, gusanos de seda, canarios, y una gata.

        Ya, ya sé que la única mascota de entidad fue la gata. Estuvo unos años con nosotros. En un alarde de imaginación, la bautizamos Caty. Era muy lista y muy limpia. Pero con los años, empezó a tomarse confianzas, y arañaba las patas de los muebles, y clavaba las uñas en el recien tapizado sofá de eskay. Y la dejamos en la protectora, con el consiguiente drama familiar. Como la muerte de Chanquete, más o menos...

         Los canarios...un coñazo. Con perdón. Le cogí manía a uno que cantaba como para concurso. El orgullo de la casa. Pero no se callaba ni debajo del agua...! Juro que no tuve nada que ver con su fallecimiento, aunque lo deseé mil veces en voz alta, y muriera un día en que estábamos solos...

          Aparte, por casa pasaron muchos animalitos, de paso, como en estancias cortas. Algunos que encontrábamos enfermos, y los liberábamos cuando sanaban, y otros entraban unos días, y terminaban en la cazuela.

       Tuvimos conejos, gorriones, perritos, un mochuelo, un camaleón (cuando era legal), un cerdito( que "se escapó" el día antes de nochebuena...), etc.

       A mi marido, en cambio, no le gustan. Hay que tener en cuenta que se crió en un barrio en el que era deporte estrellar gatitos recien nacidos contra la pared...

         El caso es que hoy, todos los planes se nos han venido abajo. Hemos encontrado el animalito, la mascota perfecta.

         Mi hijo jugaba en la playa y la encontró: pequeñita, blanca, abandonada...un chirla de apenas dos centímetros. Cuando entendió que era un ser vivo, a él y a su hermana se le abrieron los ojos como platos, y nos pidieron adoptarla como mascota.

      Y claro, quien se niega...?

       Así que en un acto de condescendencia parental...la hemos adoptado como mascota familiar. La han bautizado Chirlita. La imaginación heredada de su madre...

        Esta noche, en casa, duerme uno más.

        Tenemos un cubito de playa con fondo de arena y agua de mar, en el que duerme una chirla. Ea.

         Espero que los niños comprendan la responsabilidad que conlleva atenderla: cambiarle el agua, buscarle comida (es complicado encontrar placton fresco...) y ponerle la correita para sacarla de paseo.

        Hay que reconocer que como mascota, es ideal. Limpia, silenciosa, gasta poco y se transporta en una botella...

        Si George Clooney tiene un cerdo...igual mis niños ponen de moda la chirla...

        Y el domingo, comeremos arroz. Iba a ser con chirlas, pero será con carabineros, por no herir la sensibilidad de Chirlita...

          ¿Pues no que le estoy cogiendo cariño?

1 comentario:

Yo no soy sonsi dijo...

Han durado SEIS dias...Empiezan a ser responsables...

Publicar un comentario