miércoles, 30 de enero de 2013

RECICLAJE EMOCIONAL

            Desde que llegó  a casa, noté su mirada distinta.
            Había podido escaparse del trabajo a una hora decente. Aún así, el cansancio se asomaba a sus ojeras, y la tensión mantenida, podría ocultársela a los demás, pero su cara no tiene secretos para mí. No había sido un buen día...

             Aún llegando extenuado, soporta con una sonrisa que nuestro cafrecito  se le suba encima dando un salto en sus costillas, y que nuestra princesa  le reclame mimos, a cambio de pequeñas confesiones. Claro que tienen un arma secreta: le dicen "Papi,  te quiero...", y el oficio de la madre de su jefe, deja de importar...Un rato de besitos, buenas noches y a dormir, que mañana hay cole.

            Cena ligera, para contarnos el día. Diez minutos de película me bastan para asumir que no puedo más, así que le beso, con la cara de "no tardes mucho en subir", y me retiro. Apenas empieza a calentarse mi lado de la cama cuando le oigo.

          Duermo  en tirantas, y eso hace que, cuando su pijama me abraza  bajo el edredón, me sienta aún mas pequeña. Y cuando me besa, prisionera bajo su cuerpo, mis brazos y mis piernas se quedan  escasos para acariciar tanto hombre.

          Anoche me abrazó con fuerza. No con fuerza tierna, sino furiosa. Se le escapaba por los ojos la necesidad de convertir su enfado con el mundo, en besos para mí. Anoche inventó el reciclaje emocional. Procesamos el cansancio, la ira y la frustración, sometiéndolos a pura tensión sexual, y obtuvimos  besos, caricias y placer, listos para fabricar toneladas de biosatisfacción, totalmente ecológica, sin aditivos. Solo piel y ganas.

           Contesté a su abrazo dándome la vuelta, replicando a su deseo con la misma disposición. Besos sabiamente administrados, calculando las necesidades del otro, mientras nuestras manos desnudaban el cuerpo  contrario, que la costumbre no es siempre monotonía, sino que ofrece la oportunidad de saltarse algunos pasos, cuando las ganas aprietan. Anoche, las suyas me llevaban ventaja.

           Rechazó con firmeza mi conato de recital de caricias, sujetando mis muñecas, mientras su boca me dejaba claro que lo quería todo, mucho, y ya. Cuando conoces  los besos del otro, tanto como nos conocemos, sobra pedir permiso. Sabe que puede usar mi cuerpo para congraciarse con el universo, si quiere, porque es el amante más generoso que puedo imaginar. Si decide usarme, habrá fiesta entre mis piernas, porque nunca se lleva nada sin dejarme de más...

           Me recorrió la espalda, de la nuca a los tobillos, rastrillando las veredas con su barba. Amasó mis nalgas,  mis muslos y mis  hombros, y todo lo que aparentara ser colinas que conquistar. Dejó marcadas las fuentes y los recovecos, a base de apretar  las caricias, de pellizcar los abrazos, de arañar las cosquillas...Lamió y reconfortó a besos mi cuerpo y mi alma, y me regaló lo malo y lo bueno de su  día.

           Y cuando supo que no quedaba en mí rastro de soledad, desamparo, tristeza, que no me quedaban sombras, vació las que le torturaban a él. 

          Que dulce duermes, cuando sabes que, quien te abraza, te ha estado guardando los besos todo el día. Que bien sienta reciclar la basura que nos hacen tragar a diario...

2 comentarios:

Ale dijo...

Qué suerte tienen algunos ... OH WAIT!

Yo no soy sonsi dijo...

Al saber le llaman suerte...

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