Me lo has enseñado tú, no sé si con intención. Lo comento para reconocer tu maestría destripando ilusiones...
El primer paso es decidirlo. Tu indiferencia me motiva de sobra.

Y el tercero, clavarme una uña en la mano, cada vez que tu recuerdo me importune.
Con eso, y un reloj de hielo, que deja pasar las caricias sin usar, te vengo dejando de querer desde hace meses.
Calculo que me olvidaré de comunicártelo en un millón de besos perdidos.
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