miércoles, 26 de septiembre de 2012

25-S, MADRID.

         Últimamente, será porque me hago mayor, procuro pensar las cosas antes de opinar, y verlas desde diferentes enfoques. Me parece lo más sano, ético y útil.

         Lo del 25-S merece su atención. Como hecho relevante, que lo  es, no debemos atender sólo a la primera impresión. Hay que elaborar la idea.

         Mi primera sensación es de repulsa y de vergüenza. Repulsa por cualquier acto de protesta que no sea pacífico, y vergüenza por la desproporción, sin excusas, de la respuesta policial. 

         Y ambas, por las consecuencias nefastas de las imágenes de miles de españoles acosando el Parlamento, y recibiendo palos en respuesta, dando la vuelta al mundo, abriendo  los noticieros. 

         Cuando la prima de riesgo, la bolsa y toda esa porquería de la que, inexplicablemente, dependemos, oscila caprichosamente al son de un absurdo efecto mariposa, la idea de que España funcione como república bananera, puede tambalear los cimientos de nuestras esperanzas, una vez más.

         No me refiero al daño a la Marca España, tan de moda ahora. Me refiero a que yo no invertiría, ni viajaría, ni arriesgaría un euro, en un país con semejantes problemas. 

         Hemos oído y repetido hasta la saciedad, como loros, que no somos Grecia, ni Portugal, con todo mi respeto a sus castigados ciudadanos. Pero las fotos de ayer, se parecen demasiado a las suyas. Por no hablar del reportaje difundido a nivel internacional,  de españoles rebuscando en los contenedores de basura. Al menos, lo señalan como imagen novedosa, como algo extraño y raro.

          Lo cierto, por mucha vergüenza y repulsa que causen, es que esas cosas están pasando aquí, a gente como tú y como yo. Que hace un año tenían una forma de  ganarse la vida, y llevar a casa su pan, y que ahora viven de las sobras. Porque no todos los españoles asaltan supermercados con inmunidad diplomática.

          Por eso yo hubiera ido a la manifestación, de estar en Madrid. Porque tengo el mismo riesgo que tú de perder mañana mi sustento, el de mis hijos, de perder mi casa, mi dignidad y la de mi familia. 

           Sin embargo, reconozco que en tiempos tan convulsos, no hay que perder la cabeza, y hay que andar con pies de plomo. No se puede dejar al contrario un asidero donde agarrar para tirarte al suelo. No se pueden cometer errores como convocar una manifestación ilegal. Hay que ser intachables en la forma, no solo en la intención.

            Yo desconocía la prohibición de manifestarse en los alrededores del Parlamento. De hecho, me pareció que la idea tenía un simbolismo casi épico. Craso error. Más que épico, ha sido impertinente. Me ruboricé para mis adentros cuando caí en la cuenta de que semejante institución, debe estar protegida hasta de su sombra. Hasta de los que, en base a derecho, elegimos a los que la componen. Debe ser considerada el Arca de nuestra Alianza.

           El Parlamente es el órgano representativo del pueblo, su voz. Y si después de tantos años decidimos que no se constituye de forma justa (yo lo creo así), que el  voto de cada ciudadano no se ve equitativamente representado, habrá que cambiar las normas, pero no arremetiendo contra la institución. 
Es una maniobra demasiado peligrosa, y no podemos arriesgar en este momento.

           Que yo, una ciudadana de a pié, no sepa estas cosas, es sólo falta de cultura política y legislativa. Pero que no lo sepan los convocantes, o peor, lo ignoren intencionadamente, es una irresponsabilidad que pone en peligro la legitimidad de una protesta, el apoyo masivo de sus conciudadanos, y la integridad física de algunos de ellos. Que no todos los que recibieron palos eran provocadores violentos.

           Que las Fuerzas de Seguridad del Estado actuasen cumpliendo órdenes, lo entiendo. Que se ordene  responder con tanta contundencia, no. Y que se feliciten por ello, es igual de grave que manifestarse en zona vetada. Uno atenta contra el pueblo, y el otro contra la institución. 
¿Acaso no entendemos que Pueblo y Parlamento,  son el iceberg y su punta? ¿Como pueden ir en dirección contraria?

           No entiendo nada. Después de reflexionar, a la repulsa y la vergüenza se suman la estupefacción por los hechos,  y el temor de que los que mueven los hilos no sean capaces de mantener la calma.

           Y mañana, más...

2 comentarios:

Ale dijo...

La manifestación era legal. La famosa Delegada del Gobierno primero lanzó un mensaje de ilegalidad en los medios de comunicación para amedrentar a la ciudadanía y minorar la convocatoria con la táctica del miedo. Posteriormente tuvo que corregirse y confirmó su legalidad.

Lo que indica la constitución es la prohibición de alterar el normal funcionamiento de las Cortes, Congreso, etc. La convocatoria pretendía rodearlo, no asaltarlo ni secuestrarlo ni dinamitarlo ...

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Art. 494 del Código Penal: "incurrirán en fa pena de prisión de seis meses a un año multa de
doce a veinticuatro meses los que promuevan, dirijan o presidan manifestaciones u otra clase de
reuniones ante las sedes del Congreso de los Diputados, del Senado o de una Asamblea Legislativa
de Comunidad Autónoma, cuando estén reunidos, alterando su normal funcionemiento".
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Se ha demostrado por parte de varios periodistas (y se ha pedido explicaciones en el Congreso) que en el grupo violento que inició la carga policial había policías infiltrados. Justamente, la foto que ilustra tu post. ¿qué significan esas banderas rojas?¿a qué representan? No son nada y es la primera vez que se ven en estas concentraciones. Forma parte del teatrillo que montaron estos señores para justificar lo que hicieron después.

Es una verguenza este país.

Y yo creo y me afirmo a favor de la desobediencia civil. En estos momentos hay que hacer algo y ésta es una vía. Sin desobediencia civil, los negros aún viajarían en el último asiento de los autobuses yankis.

Yo no soy sonsi dijo...

Esto me pasa por casarme con un rojo que lee más que yo...
Como casi siempre, manejas mejor información. Aún así, , apenas cambiaría nada. Sabes que no comulgo con algunos procedimientos. Supongo que es alieniación ignorante o algo así.
Lo cierto es que, siendo sincera, si educamos a los niños según tus principios, creo que le haríamos más favor al mundo que según los míos.
Hasta luego.

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