domingo, 1 de abril de 2012

NO HABÍA SEMANAS PARA LLOVER...

        Hoy es día triste en Sevilla.

        Cuando uno espera un año entero para salir en procesión, acompañando con paso lento el caminar de su fe, las hasta hace una semana deseadas nubes, se convierten en enemigo feroz, en titán que aplasta la ilusión de tantos. ¡No había semanas en el año para llover....!

        Hoy es día de pequeñas  tragedias en casa de muchos sevillanos, donde las túnicas y capirotes planchados y almidonados para la ocasión, se guardan doblados con veneración hasta el año que viene. Con las fajas y los costales.

       Todavía es temprano, y el cielo encapotado deja espacio a la esperanza, porque apenas chispea a ratos. Ya estará el centro llenito de gente, visitando las capillas, vestidos de Domingo de Ramos, que es una forma de vestir que solo sabe el sevillano.  Porque hay gente que no sabe vestirse  para la ocasión. 

        Y mirando  de vez en cuando al cielo, intentando adivinar  la tarde y pidiendo indulgencia a las nubes delante de cada canastilla.

       Yo recuerdo los de niña. Había que estrenar, porque "el Domingo de Ramos, el que no estrena, pierde las manos"...Aunque fuera unos calcetines. Y salíamos las niñas con los vestidos de manguita de farol y punto inglés, los calcetines calados de hilo, las merceditas de charol, y los lazos de raso en la cintura y las coletas. Todo a juego. El terno de la ocasión, y a ver La Borriquita, El Despojado, Y La Estrella en el puente, que con los niños no se puede uno meter en las bullas.
       
        Hay que venir al menos una vez, respirar el aire de Sevilla un Domingo de Ramos  de sol, donde a los sevillanos, creyentes o no, la celebración de la muerte se les antoja Fiesta grande, porque el sentimiento se comparte, tengas o no tengas fe. Porque  esta ciudad  en Semana Santa no tiene parangón.

        No rezo porque no comulgo, pero deseo de corazón, que supongo que también vale, que abra el día y que no sea sólo La Estrella, la valiente, la que alegre y conforte tantas almas e impresione tantas miradas. 

       Amén.




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