Soñaba que tus manos humedecían el hueco en que mis muslos se separan. Tu cuerpo, apostado a mi espalda, hacía notar tu ánimo. Besos sensuales olisqueaban mi nuca. Todavía se me eriza la piel al recordarlo, y el escalofrío genial, recorre mi espalda, llegando, no sé bien cómo, a la parte baja de mi vientre.
Tus labios (bendita tu boca) repasaban el camino entre la oreja y el hombro, repitiendo esa maniobra ante la que me sabes vulnerable.

Nuestros incendiados medios ya se cogen el compás, y sin más, me siento llena por ti. Tu ánimo me inunda. Te me instalas dentro.

Has vuelto a hacerlo. Has vuelto a regalarme el amanecer con que me despiertas, aunque luego repitas que el regalo soy yo.
Me doy la vuelta y me desperezo mientras tus labios despabilan mis senos, que no andaban precisamente dormidos.
Seguimos queriéndonos con el cuerpo, con las manos, con las bocas, desayunándonos casi.
Y cuando todo acaba, cuando empieza el día, tus ojos todavía no se dan por vencidos, y siguen acariciándome mientras descansamos.
Casi sin intención, nos hemos colocado la sonrisa de "va a ser un buen día"....
P.D: fijo que gana España.
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