MI NIÑA. MANUEL CARRASCO. SEVILLA.

             Anoche, mi niña y Manuel Carrasco me hicieron pasar una noche entrañable. 

             El contexto ayudaba: noche de verano en Sevilla (aquí el verano empieza a finales de mayo. El refrán del sayo no nos sirve...).

             El plan era ir con mi hija, 8 años, a su primer concierto en directo. Había asistido a teatros, conciertos infantiles, mini conciertos...pero éste era el primero de verdad. Aprovechamos que venía Manuel Carrasco, uno de sus ídolos, que se metió entre mis gustos a base de ponérselo en el coche. Es que el muchacho vale, y yo soy de gustos amplios.

           Nos enganchamos con mi hermana (otro de los ídolos de mi niña) y unos amigos. (Me quedé con las ganas de verlo con dos paisanas del muchacho, pero con una niña, no te puedes meter en pista...un beso a las dos desde aquí). La cosa empezaba bien. El auditorio abarrotado (6.500 almas)y la gente predispuesta a pasarlo bien. Pero las expectativas se quedaron cortas. 

            No conocía el directo de este chico, pero si mantiene el nivel, sus conciertos son más que recomendables. Al margen de gustos musicales, se metió al público en el bolsillo desde el minuto uno, y no bajó el nivel en dos horas y veinte.

            El set list genial (para mi niña y para mí, que conocíamos la mayoría de las canciones que eligió), interpretado con ganas y con sentimiento, dejándose mimar por el cariño que le tienen los miarmas (así conocen a los sevillanos en el pueblo de Manuel) y devolviéndolo con guiños constantes. Para el que no lo sepa, Manuel es un isleño (Isla Cristina) con vocación de andaluz, que canta, y sobre todo compone, con elegancia sin disfrazar, con letras que llegan, porque le salen de dentro,  sin perifollos ni vulgaridades. Hubo momentos para alegrarse de estar allí.

           Con sorpresas además, a la altura. Pastora Soler y Miguel Poveda. (Vanesa Martín también, pero no le soy devota...)

            No vi nadie en la salida que no llevara puesta una sonrisa. Y eso es una buena crítica per se.

            Pero lo mejor del concierto, con permiso de Manuel, estaba a mi lado.  Llevaba horas nerviosa, hablando por los codos, pegando saltitos, risitas nerviosas, abracitos...Los nervios de ocho años.

             A los cinco minutos de concierto me di cuenta de que apunta maneras. Le va la música en directo. Con los ojos abiertos como platos (y tiene unos ojos capaces de iluminar el estadio ellos solos...), aplaudía, gritaba y bailaba, coreando las canciones que se sabía, y le salían del alma los "ole!".

              La ilusión le desbordaba los ojos. Y eso a las mamás nos da lagrimita y cosita en el estómago. Fue genial verla bailar y saltar, conmigo y con su tía, fascinada con formar parte de todo aquello. Piropeando a su ídolo a voces!!...Llegó a decir que teníamos que haber pagado más por la entrada,que aquello estaba muy bien. Casi levita de emoción cuando Carrasco le dedicó una canción a Alicia, y ella asumió,  sin dudar, que se trataba de su tía, la que tenía a su lado.

              A ustedes les parecerá una bobería, pero es que es mi niña. Y hace nada era mi bebé. De hecho, ahora que recuerdo, una de sus nanas favoritas era un estribillo de este chico. Me acabo de dar cuenta...

              Al final, me ha pedido acompañarme al próximo concierto de Dios....(vuélvase a leer, Bon Jovi). Y para una madre, es muy fuerte que su hija descubra  su fe, la verdadera religión, a una edad tan temprana. A ver si no se desvía por los malos caminos, escuchando rap, hip-hop o atrocidades mayores...Amén.

P.D: mis felicitaciones al artista. A mí  también me convenció.