Algunos de vosotros recordareis, o al menos os sonará, el
Consultorio sentimental de Elena Francis. Era un programa de radio muy
rancio, en el que los radioyentes mandaban cartas, contando sus
problemas (amores imposibles, hijos no deseados, matrimonios rotos...). Una locutora los leía, con tono melodramático, y después de
una musiquilla cursi, la supuesta Srta.Francis (equipo de guionistas debidamente tristes y censurados), daba su opinión y su
consejo. Era otra forma de adoctrinar a las novias y esposas, que
debían ser sumisas y comprensivas con sus maridos y dueños (que eran lo
mismo).
Yo era pequeña, pero recuerdo la musiquilla y el tono de
voz de aquella señora, que relataba historias penosas, y el posterior
consejo, con tono suave, empalagoso y condescendiente, que implicaba casi
piedad por los errores ajenos.
De asco, vamos.
Tengo la suerte de que mis amigas valoren mi criterio. Así les va.....Normalmente sé escuchar, y cuando son suficientemente amigas, saben que les digo lo que pienso, aunque les arañe un poco. Algunas veces, hasta acierto... Suelo ser mas sensata en mis opiniones para los demás, que en mi propia conducta.
Si hoy alguna de ellas me preguntara, le contestaría " a lo Francis" . Algo así ...
Querida Alma Infiel (solían usar seudónimos, aunque después dieran detalles, como la calle en la que vivían):
Tu vida, según me cuentas, es un vergel de satisfacciones. Un esposo amantísimo, trabajador, que te complace en todos los sentidos, incluso el más íntimo, y del que sigues verdaderamente enamorada. Cinco hijos maravillosos, que te adoran y te honran, y te garantizan una vejez plena. Si Dios no te envía el regalo de una hija, seguro guarda para ti nueras cariñosas, que ocupen su vacío.
No consigo entender como una mujer sensible, sensata y piadosa como tú, de conducta antes intachable, se dejó arrastrar por el deseo de un amor que no mereces, por pertenecer a otra, y porque tu misma tienes dueño. El argumento que esgrimes de que tu vida es perfecta, pero él es la guinda del pastel, no merece más que recriminación. Y el dolor que sientes por su frialdad, por su desinterés hacia lo que llamas "lo nuestro", es sin duda una señal para que rectifiques.
Piensa que, tal vez, tu "trocito de suerte", como le llamas, ha considerado volver al redil de su matrimonio. Que no estuviera realmente enamorado, que fuera un espejismo, la atracción de lo prohibido (suena el bolero de la Guillot...) Eso explicaría que ya no encuentres en sus ojos, ni en sus palabras, la sinceridad de los primeros meses. Incluso puede que sea sólo desencanto. Quizás te idealizó, y vuestros encuentros clandestinos, le abrieron los ojos. No eras como él creía.
Pudiera ser también que se aburrió de ti, y tenga puestos sus ojos en otra concubina. Vete a saber...
Mi consejo es, pues, que le dejes dejarte. Resígnate a su abandono, refúgiate en tu más preciado don, tu familia, y pide ayuda a Dios, que sabrá recompensarte con muchas nietas, y la satisfacción de una vida recta.
Un saludo, tu amiga, S. Francis.
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