lunes, 11 de junio de 2012

A PONIENTE

                   Hay que ver el cambio que ha dado el sentido de la palabra rescate. De ser un acto heroico y deseable, protagonizado por caballeros, princesas y villanos, con finales felices, a ser palabra pesadillesca, temida, casi atroz. Sólo le queda lo de villanos, y no tengo muy claro de qué parte están.

              ¡¡Por favor, que nos nos rescaten!!    Ya me dirán que sentido tiene la frase, fuera del contexto actual.  Sonaría a suicidio colectivo, no?
Pues no nos rescatan. Bueno, solo un poquito. A  los bancos....a los demás no nos hace falta.

                  Pero éste es un comecocos de la Silvia de mañana. La de hoy, todavía no se ha enterado  de lo que ha pasado estos días fuera del Puerto de Sta María.  Es que me secuestraron el viernes, y, afortunadamente, no me rescataron.

                  Este rinconcito gaditano, tiene para mí un encanto especial. No es el más bonito, ni tiene las mejores playas (yo soy más de Huelva), ni el mejor clima.  Pero las veces que he podido escaparme (homenaje lúdico gastronómico) ha sido un sitio fetiche, tanto a solas, como con amigos. Recomiendo alojarse en cualquiera de las casas palacio rehabilitadas como hotel. Las hay para todos los bolsillos, igual que la oferta culinaria.

                 Esta vez hemos repetido en A Poniente. Una auténtica pijotada, sólo apta para mentes y paladares sin prejuicios,  con ganas de probar cosas.  Si entráis en su web, lo entenderéis...pero hay que ir.

                 El chef , Angel León, es un gaditano enamorado del mar, con una especial conciencia por la ecología, y una  enorme imaginación. Como no frecuentamos estos sitios, habíamos decidido de antemano dejarnos aconsejar por él, que recibe a la clientela para orientarse sobre preferencias. Y acertó. Pasamos tres horas geniales.

               Es un sitio pequeño, apenas 20 personas de aforo, decorado sin estridencias, pero vanguardista.  En la carta, cinco tapas canallas, unos doce platos, y los postres. Una carta de vinos generosa, muchos de la tierra.

               Nos decidimos por probar las canallas, y tres platos que eligiera el  jefe de sala, que nos hacía el maridaje. Y a disfrutar.

               Sería eterno  describir cada plato. No recordaría los detalles y quitaría mérito al personal, que los presenta con soberana exquisitez.

               Por mencionar los mas curiosos: chicharrones de piel de morena (si, ese bicho que parece una serpiente rabiosa).  Surtido de ibéricos de pescado. Caracoles de mar, cocinados como los caracoles de tierra."Caviar" hecho con placton y gelatina de chirlas. Sardinas a la brasa de hueso de aceituna. Un arroz exquisito, en rissotto con algas, tuétano de pescado y minichipirones rellenos de alioli. Surumi de pescado clandestino (ni  idea, no pregunté por si acaso...)Helado de wasabi con manzana verde...Y así hasta 18 delicias.

              Si te dejas llevar por los sabores y por la presentación de los platos, lo  que experimentas, aparte de sabores exquisitos y texturas asombrosas,  es admiración por la capacidad del cerebro humano y el trabajo de chinos de este hombre. Platos dignos de la paciencia de un aficionado a montar maquetas.

              Hoy el post hace honor a su intención. Necesitaba contarlo, porque cuando uno disfruta  experiencias fuera de la rutina, debería tener la obligación de compartirlas. Y esta visita ha estado a la altura.



              El resto de la escapada, es de acceso restringido. Por ahora...

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