Da igual tu intención. Ya sea que busques ternura, calor, un sitio donde reposar, consuelo para tus pensamientos o para tu cuerpo...nunca las encontrarás cerradas.
Porque se hicieron para abrazarte, para arropar nuestras caderas. Para esconder la curiosidad de tus manos, y la generosidad de tu cabeza, que se deshacen en caricias que me cuentan tu día.
No hay mayor descanso que enredarlas con las tuyas, después de habernos derramado los deseos.
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