Es dichoso con su vida, y los lleva muy bien cumplidos. La guinda que pudiera faltarle, no tengo magia para dársela.
Le regalaría el atardecer perfecto para cada paseo por su playa. Un viaje en globo sin madrugón. Una sauna de bolsillo. Un reloj de queso. Una lágrima de su Macarena. Una máquina del tiempo.Un décimo del gordo de Navidad. Un seguro de vida sin penas. Una sonrisa sin catalogar.
Por ahora, va a tener que conformarse con mi cariño, pero tampoco voy a encontrar caja en la que quepa.
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