jueves, 18 de octubre de 2012

50 LUCES DE YERG.

         Se lo que estás pensando. 
        Yo también. 

        Cada vez que pasas cerca, hueles mi deseo.

        Si pudiera, te lloraría los besos, te suplicaría las caricias que me calmen la sed absurda con que me pagas. Cómo añoro tu aliento en mi ombligo.

        Cuanto más difícil se torna esta querencia mía, más se crece mi descaro. Varía su consistencia, desde etérea hasta arcillosa. A veces se escurre entre los dedos que consuelan tus ausencias, y  otras manchan mis reparos, dejando huella indeleble, quemando mis rincones.

        Tu sola imagen lubrifica mis sentidos, enardece mis planes, que casi nunca se cumplen. Mis melancolías huelen a ti.

        Y entonces, sueño. ¿O recuerdo?

        Imagino que no es mío, sino nuestro, el deseo. Que no me olvidas un poco cada día, que te cuesta dejar de pensarme desnuda, entreabiertos mis labios y mi cuerpo para recogerte dentro, cualquiera que sea el trozo de tu piel que me regales...Me muerdo los labios, recordando...¿Acaso pudiste olvidar cómo se retorcían mis piernas al antojo de tus manos en mis medios...? Yo no olvido tu sonrisa mientras me tocabas, como el pianista que domina la sinfonía. Que control de tus instrumentos...

        Tengo un plan, sabes? Mañana (o el mes que viene, o dentro de dos años, un siglo, tres milenios y dos reencarnaciones....) voy a tenerte a mano. 

        Voy a besarte sin  prisa, sin invadir. Saldremos a cenar, como ayer, o hace meses, o hace años, no recuerdo....Tú sabrás (yo me encargo) qué ropa interior llevo, pero no me la quitarás, a menos que lamas  cada centímetro que desnudes. Tendrás que hartarte de dulce de leche para que te arañe la espalda.

        Quiero provocarte. Quiero que sufras de deseo, como yo. Quiero ser prioridad para ti durante unos minutos. Que penetrarme, también con la mirada, sea vital para tu momento. Y una vez sitiada la plaza, tus entradas y salidas sean casi cansinas. Que me invadas durante horas, y  me duelan los adentros de tanto recibirte. 

         Cansarme de tu sexo, vaciar mis fuentes. Dejarme de tanta frase manida, ni eufemismo, que lo que quiero es hartarme de tus rincones y  salientes, oler a  ti, a tu saliva,  a tu sudor y tu cansancio. Quiero agujetas con sabor a  lascivia. O, mejor,  a deseo satisfecho, sonriente, como la primera segunda vez....

      Para esposarme a la cama no necesitarás más que una mirada. Si quieres vendar mis ojos, basta tu deseo, y no los abrirá ni el mas dulce de los orgasmos. Y el placer de tu fusta, ya lo conozco. Se me escapan los gemidos, y peco de palabra y pensamiento. Ummh... 

       Hazme una jaula con tus brazos. Fingiré que quiero escapar, buceando entre tus piernas. Tengo un catálogo de caricias esperándote en mi boca.

       No espero cumplirlo,  y sin embargo, ya ves lo simple de mi plan. Recurrir al truco viejo de la necesidad más antigua del mundo, a ver si, entre sábanas, consigo quedarme un trocito de tu alma. 

        Quiero escribir lo nuestro, necesito contar la necesidad que me has creado de ti, que los demás sepan cómo nos amamos. Da igual que nos juzguen.

        Ser siempre tu de vez en cuando, para que cada minuto me sepas tuya.

        Y saciar estas ganas que me comen por dentro.

        Darte mis cien luces, porque yo no tengo cincuenta sombras...

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