lunes, 15 de octubre de 2012

HAZAÑA?

             Afortunadamente, a lo largo de la Historia, han existido  hombres y mujeres osados, más que valientes, inquietos, capaces de mirar más allá de su realidad contemporánea, y carentes de la prudencia que nos proporciona el miedo a lo desconocido. 

             Esos hombres y mujeres han constituido eslabones de nuestra conquista sobre la naturaleza, que infinidad de veces, han supuesto pasos importantes en el conocimiento de nuestro mundo.

           Me refiero a gente como Colón, Marco Polo, Livinstong, Amundsen, Armstrong, Amelia Earthart, y Amy Jonhson. Conquistadores de metas hasta entonces intangibles. Locos con suerte. Ateos de límites. Descreídos de cotos. Azotes de las fronteras.

           La Humanidad no tiene más opción que agradecerles, honrando su memoria, que nos fueran completando los cartogramas, (salvo excepciones como los pueblos indígenas, posteriormente aniquilados en nombre del progreso...).

           Lo que no entiendo es lo de Baumgartner, ni a los que apoyan este tipo de locuras en pos de publicidad o notoriedad. La única explicación convincente para que un hombre de 43 años, lleve cinco preparándose física y mentalmente para dar un salto de cuarenta kilómetros, arriesgando su vida, su salud, su futuro, sería que su experiencia fuera la base para algún logro médico, físico o, de alguna forma, beneficioso para la ciencia, pero debo ser una ignorante, porque no imagino ninguno para este caso.


            La sensación de este hombre al salir de la cápsula antes de saltar se escapa a mi imaginación. Asomarse fuera de un vehículo y ver a tus pies un planeta, desde distancia suficiente como para contemplar sus límites, certificar que es una esfera, y saltar....debe ser muy parecido a creerte un dios. Estás haciendo algo que no ha hecho nadie mas que tú. Y sin embargo, si es creyente, debe haberse sentido una insignificante mosca en el infinito de las dimensiones contempladas desde allí.

            ¿Qué fuerza extraña, qué impulso es el motor que ha hecho saltar a este hombre, anulando de su cerebro todo freno a su intención?

           Si tiene miedos, planes futuros, amigos, familia....¿que fuerza extraña le hace olvidarlos, subyugar su importancia a la de su hazaña?
¿Merecía la pena correr el riesgo de un ictus, un traumatismo brutal o complicaciones médicas impredecibles, dada la cantidad de detalles que podían fallar? ¿Acaso no entiende lo preciada que es la vida? ¿O su concepto de vida implica descargas de adrenalina que aniquilarían al resto?


         Yo soy una enamorada de las montañas rusas, las alturas de vértigo y los aviones, pero jamás sería la primera pasajera de un nuevo modelo. Este hombre ha sido un pionero, ha sido el primero en probar la mayor atracción jamás imaginada. 

         Pero yo todavía no he decidido si es plausible para mí.

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