lunes, 29 de octubre de 2012

ME PIDO MARMOTA...

                  La vida puede mostrarse realmente cruel. Sin ir mas lejos, todos los años nos castiga con un invierno, que para mí empieza cuando las mínimas bajan de 16 grados. O sea, ayer.

                 Los que me quieren poco,  estarán de acuerdo en que soy un poco víbora, o lagartona, como prefieran..., pero de sangre fría (no te rías, que he dicho "los que me quieren poco") conclusión a la que llego tras 41 inviernos sufridos en mis carnes. 

                Cuando la temperatura baja, mi metabolismo también, y tiendo a la menor actividad posible, a poder ser  engurruñada en mi guarida. Mis manos, mis pies y la punta de mi nariz, parecen pasar a un estado de precongelación continuo. Me vuelvo girasol, buscando el calorcito del astro rey, por doquiera que asome.

               Menos mal que  habito en una región privilegiada, donde los días grises rara vez forman grupos de más de tres. De hecho, aunque no creo en el cielo, doy fe de que el infierno existe. Está en la tierra, en ambos polos. Y el purgatorio más cercano a nosotros es la franja entre el Ártico y Despeñaperros. Soy la única mujer que dudaría en apuntarse a un crucero por  los Fiordos...Lo único bueno del invierno es el final.

               Los días invernales son duros desde por la mañana. El despertador suena, y el hecho de sacar la mano de  la manta para apagarlo, ya te despierta de mala idea. Te haces el remolón, no porque tengas sueño, sino porque ya no vives con tu madre,  que te  conectaba el calentador en el baño para que estuviera calentito y pudieras desnudarte sin parecer una gallina mamífera en celo, con todo de punta. Y lo que tarda en llegar el agua caliente....(aprovecho para recomendar encarecidamente la grifería termostática. Es a la ducha convencional, lo que la inyección letal a la silla eléctrica....tienes que pasarlo, pero sufres menos tiempo. )

                El resto del día es una sucesión de incómodos inconvenientes, como las tostadas frías, las capas de ropa, el hielo en el cristal del coche, los catarros, la ropa que lavas y no se seca, los colores grises (el color más descolorido que existe...), el agüilla en la nariz, los que odian Halloween, los que odian la Navidad, los que odian la calefacción...El que insiste en ponerte la mano en la cara, por si no sabes que la tiene fría...Los días tan cortos que no te da tiempo a nada.  Esa vuelta a la cama con las sábanas heladas...que cuando entras en calor, el otro ya se ha dormido...

              Para la próxima vida, me pido osa o marmota. Lo de hawaiana lo veo difícil...

              
        

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