domingo, 15 de enero de 2012

DESPERTARES

      Los dias de lluvia eran especiales desde aquel de su primera cita. Un almuerzo y un cafe de cuatro horas bajo la lluvia,  y un beso intermitente que la encadeno para siempre.

      Anoche ya llovia, y tras una cena celebrando las ganas de besarse, terminaron deshaciendo la cama. Se adivinaban postreras agujetas....

       Quedaron profundamente dormidos en su cansancio, con los olores mezclados, con el sabor de cada uno en los labios del otro, todos los matices, todos los rincones recorridos.

        Apenas un rato mas tarde, las calidas manos vuelven a su cintura. Se acerca, la arropa con su cuerpo, sus piernas enmarcan las de ella y con besos, aparta el cabello de su cara.

         El sabe que con algo de paciencia y caricias audazmente conducidas, administra tan sabiamente las ganas de ella, que puede sacarla de los brazos de Morfeo con suavidad, pero de sobra excitada, entregandose al placer, apenas despierta.

      Tal maestria manejando su cuerpo la hacia a veces dudar si dormia, hasta que se despertaba en pleno extasis, agradeciendo la realidad.

       Su escasa ropa de dormir estaba toda abierta, como sus piernas, cuando empezo a reaccionar. El llevaba un rato despierto, no hubo duda, cuando al darse la vuelta tropezo con su centro de gravedad. Su sonrisa fue luz suficiente cuando ella le hundio la cara en el cuello con lentos besos dormidos, consintiendo, pidiendo casi...

       Eros habia vuelto a desarmarla, a sacarla del reino onirico por expreso deseo de el.

        Segundo tiempo de besos, caricias y humedades, envueltos por el soporifero manto de la madrugada.

        Era grato comprobar que los calendarios caducaban pero no menguaban las ganas, y  sumaban sabiduria a las caricias.

          Satisficieron anhelos mutuos. Casi le dolian los labios en sus pechos, cuya excitacion se clavaba en el. El  maremoto desparramo las mantas y almohadas. Ya  clavaba los dedos en sus nalgas tratando de empujarle aun mas adentro. Intentaba mantener abiertos los ojos para adivinar el proximo movimiento, pero el placer se los entornaba sin remedio.

        Verlo encenderse de ese modo, la excitaba casi tanto como sus manos, su lengua y su habilidad con las caderas.

        Cuando vislumbraba el final, tomo conciencia de que otra vez se estaba despertando por la bendita culpa de un orgasmo. El no pudo ver desde su espalda la sonrisa que adornaba sus gemidos.

        En ese momento, pronuncio su nombre en un suspiro suplicante de adoracion y agradecimiento, y de volumen suficiente para despertarla a ella.... y al hombre que placidamente dormia a su lado...

      Volvio a sonreir, algo decepcionada. Por muy intensa que resultara, la humeda y lasciva experiencia,  no era un humedo amanecer. Aunque lloviera.

      El temor al pensar que el nombre pronunciado no era el del hombre dormido, desaparecio gratamente al comprobar que la espalda a la que se aferraba era la correcta.

       No fue asi durante mucho tiempo, pero, al fin, el destino les daba cuartel...

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