¿Y SI HUBIERA SIDO...?

       Ayer un amigo me incitó al pecado. No es que necesite que me empujen, pero ayer, me dieron pie.

       Me comentaba acerca de mi "incidente" de tráfico y propuso que le contara cómo imaginaba mi reacción, si en lugar de un treintañero desconocido con un Focus gris, hubiera sido Dios ( alias John Francis Bonggiovi Jr.) el que se baja del coche a disculparse.
   
       Para empezar habría creído que existe el otro dios....

       Llevo horas pensándolo, y cada vez imagino cosas más censurables. Se me ocurren diferentes comienzos, preámbulos y ámbulos  (defiendo a muerte el multiorgasmo como derecho universal), pero siempre el mismo final.

       Amigo mio, ante semejante y lastimosamente improbable situación, ten por seguro que me pondría en  evidencia, perdiendo como mínimo los papeles, la vergüenza, y si me quedara alguna, la virginidad.

       Durante años, le ví como a un personaje de ficción, sin conciencia de que es persona de carne (y que carnes...) y hueso. Quizás por la diferencia de edad (9 años, que a los 18 se notan) y por las fanfarrias que contaban las revistas de jovencitas. Era la imagen del hombre inalcanzable, la voz que sublimaba cualquier tema, la música que nunca me cansaba.

       Ni siquiera concuerda con mi ideal de belleza masculino. No me gustan los rubios y conozco hombres más guapos que èl, pero hay algo en su mirada y su sonrisa, que me hipnotiza sin remedio.

        Serìa pecaminoso leer lo que puedo llegar a escribir sobre el resto de su anatomía ( aquí es cuando los hombres dicen que seguro que la tiene pequeña y las mujeres nos reímos....).

         La primera vez que me fijé en el divino trasero, capitel inigualable de piernas admirables, fue en una foto del SuperPop (años ha...). Se le veía de espaldas en un concierto, chupa marrón con flecos y el  pantalón de cuero mejor relleno desde que inventaron la prenda. Entonces me di cuenta de que los chicos tienen culo.

       De sus ojos evidentemente celestiales, incluso por el color, no merece la pena hablar. Sabe mirar como a mi me gusta que miren los hombres (si, a ti te lo voy a decir...).

       Sonrisa de todo menos de ángel. Especialmente la de mediolado izquierdo, mirando hacia abajo, como queriendo evitarlo...debería estar prohibida.

       Sus manos no son especialmente bonitas, pero imaginarlas cerca o muy cerca,  provoca en mi una caída de párpados refleja con hipersecreción múltiple, que es una forma muy retorcida de decir una burrada.

      Su vello...torácico se me antoja la almohada perfecta. Tuvo un lapsus biográfico, ya corregido, en el que aparecía depilado y yo le dibujaba el pelo en las fotos. Es un resto de salvajismo que me queda de mis ancestras: no me gustan los torsos ni piernas depilados.

      Su voz, sin ser excesiva ni genial, a veces incluso escasa, tiene el poder de conmoverme en cualquier tempo. Yo tampoco me lo explico, sólo lo cuento.

     Expuesta una ínfima parte de los argumentos que fundamentan mi fé, ignoro cual sería mi reacción si le tuviera a mi alcance. Lo que aseguro es haber superado la estupidez juvenil que me hacía decir, plenamente convencida,que si algún día surgía la ocasión, no me acostaría con él porque sería como destruir un mito....Hay que ser imbécil!   Que pase por delante ahora y se descuide, que le íba a quedar de mito lo que a mí de monja...Que llevo años ensayando en mis oníricos deslices los castiguitos que le tengo guardados. Y no sigo, que me pierdo.

        Para terminar de lucirme en grado de beato fanatismo, y animalidad de mis instintos, tengo que reconocer que me temblaron las piernas cuando pasó por delante de mí en el concierto de Barcelona. Ya lo he dicho. Mi reputación, si algo valía, perdida para siempre.

       Seguiré planeando en sueños, por si acaso.