miércoles, 2 de mayo de 2012

COMUNIONES

        Empieza  el mes de María, y con él, las Comuniones. Ese momento sencillo y familiar en el que las almas cándidas de 9 ó 10 años acogen a Cristo en su corazón, comulgando por primera vez.
Claro.

         Eso sería cuando los niños eran almas cándidas (que todavía quedará alguno..) y el acto religioso protagonizaba el día, celebrado, si se podía, con un desayuno o merienda familiar....

        Reconozco que como ex-católica resabiada, no soy objetiva, pero hay un desfase entre la idea original y la realidad, que clama al cielo, nunca mejor dicho.

        Se supone que la Primera Comunión, es el acto simbólico en el que cada católico comulga por primera vez, asumiendo un sacramento fundamental para su fe, después de una catequesis en la que aprende sus normas y bases. De hecho, las catequistas no dejan de repetirte que lo fundamental es eso. No la fiesta.

       Pero lo degeneramos todo. Cualquiera le dice a un niño de hoy, que el día de su Comunión va a ponerse un traje mono, y después de comulgar...a casita. Sin traje de princesa, ni de almirante, sin fiestorro con convite de boda, sin castillo hinchable y sin Wii.  Nadie lo entendería, y el niño, menos.

       Yo recuerdo la mía de forma contradictoria. Recuerdo que lo pasé muy bien en la catequesis. Era como una clase extraescolar con mis amigos.

       Traumática la confesión: confieso que me inventé un pecado, que había engañado a una amiga o una crueldad por el estilo, porque no se me ocurría ninguno, que yo era muuuuy buena.... Y el cura debió darse cuenta de que mentía, porque me puso un Padrenuestro y tres Avemarías de penitencia.

       Y el día D, al margen de que debutara mi varicela, me vistieron con el traje de princesa de jaretas y cancanes, al que afortunadamente hubo que quitarle el aro que mantenía el vuelo, porque no cabía por la puerta de casa. Gracias a eso, no simulé una Menina.  Unos tirabuzones  fantásticos, casquete, limosnera, libro de oraciones nacarado y con pestillito dorado y rosario. No me faltaba un peregil. Lo del casquete puede sonar ordinario, pero era un gorrito tipo bebé, anudado al cuello. Mas monooooo.... Y mis pupas de la varicela. Y el hambre. Que yo no salgo de casa sin desayunar...y claro, la comunión es en ayunas. Menos mal que me tocó el primer turno.

       Como de esto hace unos años (no digo cuantos porque a un querido amigo le parecería una ordinariez) me pilló la época en que todavía se celebraban en casa. Mis tíos y primos (y son unos cuantos) en el salón de un piso de 65 m2, alrededor de una mesa cuajada de bandejas de ensaladilla, croquetas, tortilla de patatas y alguna gamba. Botellas de dos litros de Fanta y botellines. Presidiendo la mesa, la tarta de tres pisos, con muñequita arriba, que casualmente llevaba el mismo traje que yo. Y el fotógrafo, contratado para la ocasión...inmortalizando los momentos claves, con los abuelos o los padres flanqueando a la protagonista.

       Las estampitas (las mías eran sencillitas, que no había pa tonterías) y el libro de firmas, con dedicatorias que después de unos años resultan....yo que sé....¿por qué escribe esas cosas la gente?

       Y la parte guay: los regalos. Una leche, guay...!!
       Mi madre se habría encargado de avisar de que lo que me hacía falta era ropa y cosas útiles, digo yo, porque  la limosnera la llené dos veces, pero regalos...Una muñeca y una hucha de cerámica en forma de tortuga. Y mi primer reloj, tradición de mi abuela. Un Thermidor redondito con la esfera blanca y la correíta negra de piel, de los de cuerda. Señores: no regalen dinero el día de la Comunión.!! Que la hace el niño, y no los padres...!
       Todavía espero los regalos de verdad, las muñecas, los juguetes y las cosas que mis amigas decían que les habían regalado. Un trauma, vamos.

        Supongo que no fuí la única, y por eso, los papás de ahora brindan a sus vástagos en tan peculiar día unos fiestorros de impresión, que a veces incluyen incluso visita familiar a Disney, si quieres ser alguien...cuestión de debilidad humana, entiendo.

        Mis hijos, obviamente, no harán la Comunión, que de hecho siguen "moritos" y condenados, por lo que me libro de organizar y pagar. He de reconocer que los mimo de muchas otras formas. No soy tan perfecta..

         Pero me gustaría que cundiera un poco la sensatez. Es una fiesta infantil, frivolizando la cuestión, pero  no "la fiesta de su vida". Parémonos a pensar a quien dedicamos el día, si al momento importante que debe ser para él, o a pavonearnos ante familiares y amigos, con pompa y boato desproporcionados. Con todos mis respetos, que cada cual es libre de gastar lo suyo como quiera.

        Pero es que una ya no sabe ni que ponerse para estar a la altura....

         
        Este año, solo me toca una, y de gente cabal. A ver cuanto se descocan...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

GENTE CABAL QUE SOLO INVITA A 100 PERSONAS....

ALI dijo...

Pues la tuya fue ostentosa al lado de la mia, y no doy detalles, tengo que hablar con mis padres...

Yo no soy sonsi dijo...

Te veo pelín ácida...Que tu tarta solo tuviera un piso y la mía tres, es un detallito... A ti no te pusieron casquete, y te hicieron regalos de verdad...

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