martes, 15 de mayo de 2012

ENÉSIMA CARTA

             

                                                                             Primavera, 2012
                                                                             (meses antes del fin del mundo...)


             Querido tú.


             Vuelvo a escribirle a tu onírica persona. Como en esas películas románticas de guerra, en que los amantes se escriben, sin saber si las cartas llegarán. 

            Anoche soñé contigo, de nuevo. Dicen que las fantasías, que los sueños que nos dejan humedades, son una especie de liberación de nuestros instintos, que son buenos para el alma, pero que no hay que intentar cumplirlos.  Hay algún botarate que los considera infidelidad. Y una leche... ¿Qué amenaza puede haber en los  amantes soñados?

           Será dañino hacer realidad aquellos  que  supongan un riesgo por contemplar posturas o  personas poco convenientes a nuestro estado. Pero en mis sueños contigo, como en nuestras  irrealidades, nada es ilícito, ni peligroso. Querernos lo legaliza todo. Pueden rozar el umbral doloroso o predisponer a caída....pero un cosqui desde la cama, o una breve sugilación, son riesgos asumibles. Sin duda.

           Sé que te gusta leer los relatos de mis imaginaciones, y me temo que a veces no encuentro la forma. Esta es una de esas veces. Lo que hiciste anoche no sé describirlo sin tocarte, cosa que espero poder dejar de soñar. 

           Consigues tensar cada fibra de mi cuerpo, a la vez que despejas de cualquier obstáculo el espacio entre mis piernas. No hay forma de impedirte el acceso, ni excusa para negarlo ante semejantes argumentos. 

           No tienes que convencerme de nada, no hay nada que negociar, ni que proponer, porque desde el instante en que nos desnudamos, desaparecen barreras, límites y prejuicios. Tu libertad para usarme termina donde comienza la mía para usarte a ti. Y son amplias nuestras playas....

          Lo mejor de los sueños es que multiplico mis fuerzas. Mis piernas y mis labios no parecen cansarse, y soy capaz de responder a tus naturales energías,  de forma que, a veces, consigo rendirte, cabalgar sin extenuarme hasta acabar con tus reservas...cosa que me queda grande en la realidad...Anoche casi me faltan manos, pero lo conseguí. 

          No se me borra la imagen de tu cara, abandonado a mi voluntad para administrarte los placeres, la boca entreabierta, los ojos cerrados...Rememoro tus gemidos ahogados...

           Esta misiva no es más que un toque de atención, un reclamo, para que esta noche seas tú el que me piense. Y actúes en consecuencia.

           Siempre tuya.



           Yo.

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