Yo quiero hacer cosas buenas, que las recuerden los que me conocen, que al menos, mientras ellos duren, yo sea un poquito inmortal. Egocéntrica que es una....
Por ahora el mundo me debe dos tesoros que tengo a medias con su padre. La risa de mi hijo y los ojos de mi hija me convalidan de cualquier otra deuda con la humanidad.
Mis modestos y domésticos escritos no pretenden notoriedad, en absoluto. Pero carecen de justificación si no despiertan la sonrisa o la emoción que busco en cada intención que implican. Suelen ir dirigidos, intencionados, y me consta que a veces han provocado el efecto buscado. Cualquier sonrisa que alguno de vosotros les haya atribuido, satisface mi ego con creces.
Y aunque supongo que habré herido a alguien, que habré roto algo (dudo si algún corazón...), creo que en general estoy en paz con el mundo. Que algún amigo me recordará con cariño, que mis hijos me echarán de menos, y que alguien seguirá enamorado de mi recuerdo.
Pero soy lenta acabando las cosas, y no he hecho más que empezar: los niños hay que terminarlos, el rosal debe llegar a rosaleda, y si libero mi descaro, igual me planteo el libro. Espero que sea largo.
Tampoco he enamorado suficientemente a cierta persona, así que pienso quedarme hasta que termine las tareas...
La inmortalidad puede esperar.
3 comentarios:
Eres una crack. Puedo ser fan tuyo no? ;-P
Siiiiiiiiiiiiiii, por favooooooooooorrrr.....!! Ja, ja. Un beso, cielo.
Por cierto, me debes un café, como mínimo.
Eso está hecho en cuando pueda liberarme un poco, a ver si hay suerte. Bss!
Publicar un comentario