jueves, 3 de mayo de 2012

EL GRITO

         Entiendo el valor del Arte. Lo que no entiendo, la mayoría de veces, es su traducción en monedas.

        Para mí, la importancia del Arte radica en que es, sea cual sea su disciplina, un medio de expresión del hombre, y por lo tanto, una característica de seres racionales, la manifestación de una inteligencia superior al resto, aún con dos tercios de cerebro por desarrollar. Una característica inherente a la humanidad.

       Igual que hay que aprender  cada idioma para entenderlo, hay que estudiar para entender e interpretar la Danza, la Pintura, la Música...Yo no tengo afición por ninguna  musa en particular pero intento captar los mensajes o la belleza cuando los tengo a mi alcance. Soy capaz de disfrutar en un museo, un concierto...Capto el arte para principiantes, no más.

       Esta mañana me sorprendían las astronómicas cifras alcanzadas en una casa de subastas por una serie de piezas, entre las que destacaba una versión de El Grito.
       Para demostrar mi exquisita sensibilidad, diré que el cuadro en si, me parece horrendo. No puede ser más feo. Pero es cierto que la expresión del personaje, la mezcla de colores y el paisaje en el que se sitúa, transmite sensación de soledad, de abandono. Puedes imaginar fácilmente como suena , dicho grito. 

       Por ejemplo, como sonaría el mío gritando improperios al anónimo caprichoso capaz de invertir semejante burrada en un cuadro, por muy único que sea.   Y menos con la que está cayendo.

       A lo peor soy rarita, pero  me parece más lógico que en tiempos de crisis, las obras de arte congelen su valor, cuando no  lo pierdan, como sueldo de funcionario. Pero revalorizarse al punto de ser inversión...Que en un momento en que el trigo cotiza, suba el valor de un Picasso...no me parece coherente.

        Mi cortita y abyecta mente no da más que para pensar que alguien blanquea mucho dinero, y tiene la mente muy en blanco.

        Las obras cuyo valor es inalcanzable deberían ser de  disfrute público, exponerse en museos, y no ser traducidas a euros. Lo magnífico  e irrepetible no debería poder venderse. 

        Y debería desgravar más una obra benéfica, un donativo altruista, que la compra de arte.

        Probablemente no llevo razón, pero me exasperan los derroches.

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